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Microplásticos en agua y alimentos: ¿cómo podemos reducir su ingesta?

Microplásticos en agua y alimentos: ¿cómo podemos reducir su ingesta?

Dada la amplia presencia de microplásticos en el ambiente, en el agua y en la cadena alimentaria, pretender eliminar por completo la exposición a estos contaminantes no es realista. Según un nuevo estudio, un enfoque más efectivo es reducir las fuentes más importantes de ingesta de microplásticos, entre ellas el agua embotellada, los mariscos o la comida tratada en microondas dentro de envases de plástico.

Microplásticos en el cuerpo humano

Además del daño medioambiental, las crecientes concentraciones globales de microplásticos y nanoplásticos (MNP) en el ambiente generan preocupación por la exposición humana a estos contaminantes y las consecuencias que pueden tener para la salud.

Los microplásticos se han hallado en una gran diversidad de órganos y tejidos del cuerpo humano. Sin ir más lejos, un estudio reciente publicado en Nature Medicine muestra que el cerebro humano puede llegar a contener el equivalente de una cucharada de MNP, con niveles de 3 a 5 veces más altos en personas con un diagnóstico de demencia. 

La base de evidencia actual sugiere que la exposición a MNP puede provocar efectos adversos para la salud a través trastornos como estrés oxidativo, inflamación, disfunción inmunológica, alteración del metabolismo o carcinogenicidad.

Evitar por completo la exposición a los MNP es un objetivo inalcanzable dada su ubicuidad en el medio ambiente. Sin embargo, un artículo publicado en Brain Medicine (Genomic Press) por tres médicos de Canadá y EEUU, hace una revisión de estudios sobre este tema y expone acciones viables para reducir la exposición a los MNP, entre otras, por la via alimentaria.

Microplásticos y el agua embotellada 

Una de las formas más efectivas que se mencionan para reducir la exposición a los microplásticos es cambiar el agua embotellada por agua del grifo. Un estudio realizado en Canadá estima que las personas que ingieren su consumo diario recomendado de agua únicamente a través de fuentes embotelladas pueden estar ingiriendo por esta via 90.000 microplásticos al año, en comparación con los 4.000 microplásticos de quienes consumen únicamente agua del grifo. 

Además del agua embotellada, el alcohol y el marisco son también fuentes alimentarias importantes de microplásticos. 

Evitar calentar la comida en recipientes de plástico

Dejar de calentar alimentos en recipientes de plástico podría ser otra de las maneras más efectivas de reducir el consumo de microplásticos.

Por ejemplo, se cita un estudio realizado en EEUU que demuestra que el calentamiento por microondas provocó la mayor liberación de MNP en los alimentos, en comparación con otros usos, como la refrigeración o el almacenamiento a temperatura ambiente. En las pruebas de calentamiento por microondas realizadas algunos envases liberaron hasta 4,22 millones de microplásticos y 2.110 millones de partículas nanoplásticas por centimetro cuadrado de superficie plástica, en tan solo 3 minutos.

La refrigeración y el almacenamiento de alimentos a temperatura ambiente durante más de seis meses también pueden liberar entre millones y miles de millones de microplásticos y nanoplásticos. Optar por recipientes de vidrio o acero inoxidable reduciria la exposición.

También se cita otro estudio en el que bolsitas de té hechas de plástico y etiquetadas como aptas para uso alimentario liberaron un total de 16 μm de MNP (2,4 millones de partículas micrométricas de 1 a 150 μm y 14 700 millones de partículas plásticas submicrónicas de <1 μm).

Limitar el consumo de alimentos enlatados

También la forma de almacenar los alimentos puede contribuir a la exposición a microplásticos. En el artículo se cita un ensayo cruzado aleatorio con alimentos enlatados, que mostró un aumento de más del 1000 % en los niveles urinarios de bisfenol A (BPA) tras cinco días de consumo diario de sopa enlatada.

Esto sugiere que limitar el consumo de alimentos enlatados y optar por alternativas envasadas sin plástico o sin BPA puede reducir eficazmente la exposición. 

Limitar el consumo de alimentos altamente procesados

Limitar el consumo de alimentos altamente procesados, como los nuggets de pollo, sería otra forma de reducir la ingesta de microplásticos. En este caso se cita un estudio realizado en Canadá, que investiga la contaminación por microplásticos en 16 productos proteicos de consumo habitual (mariscos, carnes y proteínas vegetales) adquiridos en Estados Unidos.

Tras analizar alimentos con diferentes niveles de procesamiento (sin procesar, mínimamente procesados ​​y altamente procesados), los resultados mostraron que los productos altamente procesados ​​contenían significativamente más MP que los mínimamente procesados. Lo que, según los autores, pone de relieve el impacto del procesamiento industrial, que a menudo utiliza plásticos.

Acumulación de microplásticos en el cuerpo

Aunque reducir la ingesta de microplásticos es un enfoque lógico, aún no está claro si se traduce en una reducción medible de la acumulación de microplásticos en los tejidos humanos. A medida que mejoren los métodos para medir los microplásticos en seres humanos, será posible comprobar esta hipótesis.

Sin embargo, uno de los aspectos más prometedores de los hallazgos realizados hasta la fecha es la falta de correlación entre la edad y la acumulación de microplásticos, lo que sugiere que, a pesar de la exposición ambiental continua, el cuerpo cuenta con mecanismos para ir eliminando estas partículas con el tiempo a través del sudor, la orina y las heces.

Fuente: higieneambiental.com

19 marzo 2025

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